Recuerdo perfectamente la clase que dí ese día y a cada uno de ellos. Y también recuerdo que hacía mucho que la emoción no aparecía tan visible y fresca en alguno de los alumnos. Por eso, sobre todo, se me grabó la imagen de ella: tanto su sonrisa de niña brillante, feliz y entusiasmada, como su cuerpo y la forma que fue tomando en esa hora y media. Ella se permitió emocionarse, compartiendo con todos el tipo de lágrimas que aparecen cuando encontrás algo que derrumba un juicio, una lucha, un malestar. Nos contó al comienzo de la clase que “todos” le decían que su postura era “mala”, y que por más que intentaba, ella “no se daba cuenta”. Y aunque elegí a consciencia que ése no fuera el leitmotiv de la clase, sabía que la construcción que iba a proponerles a todos, le revelaría a ella algo importante. Revelaría sobre todo, su apertura a encontrar algo diferente a eso que venía recibiendo desde afuera.

Como política primera, al diseñar una clase siempre elijo construir con base en lo que Sí: lo que sí sale, lo que sí se tiene, lo que sí hay. Y desde ahí, expandimos: busco maneras de llevarlo más lejos, de desafiarlo, de capitalizar mientras vamos ajustando detalles y tuercas en el proceso. También sé que aparecerán las ideas que nos frenan y se resisten a cambiar, que uno siente que no siente, que puede parecernos que no entendemos. Pero, si ponemos atención, siempre pasa algo nuevo, diferente, distinto… exactamente como en esta clase. No había pasado ni una hora, y ahí estaba ella: impecable y naturalmente parada, erguida, construida de pies a cabeza, suave y confiadamente sólida. La vi, y pedí a todos que también lo hicieran y expresaran lo que podían observar. Y de repente, su sonrisa y emoción inundaron la sala.
La clase siguió, y en algún momento de distracción me corrí para sacarle fotos mientras bailaba. Quería que se viera con sus propios ojos. Quería que viera lo lindo que se ve desde afuera cuando uno construye desde adentro. Y claro que se emocionó! Supongo que su imagen previa de sí, distaba mucho de lo que podía constatar en esa foto…

Sí, siempre quedan aspectos técnicos por corregir, profundizar y pulir. Tan cierto como que este es un camino que no se completa, y que construir una base sólida es el principio de otras búsquedas. Pero, cómo podemos disfrutar de ese proceso tan rico de crecimiento si partimos de una gran desaprobación de nosotros mismos? Cómo podríamos darle color, dinámica, intención y volúmenes a una estructura que no nos animamos del todo a habitar, de la que quisiéramos sacar partes, huir o ausentarnos?

Hace mucho tiempo que entendí que la primer “postura” a conquistar es la de cada uno: la de tu propio cuerpo, plena y naturalmente, así como es. Habitar el propio cuerpo, como quien conoce esta casa de muchas habitaciones y se ocupa de abrir las ventanas, airear, ordenar y permitir que se llene de vida y sol. Habitar el propio cuerpo, confiando en su propia capacidad de organizarse, armarse y ordenarse en el espacio. Percibir sus bases, y llenarlas de presencia para que se vuelvan sólidas y significativas.

Alguna vez leíste la definición de “postura” en el diccionario? Me encanta porque tiene dos acepciones que nos invitan a pensar en dos caras de la misma moneda:
1. Manera de tener dispuesto el cuerpo.
2. Actitud o manera de pensar de una persona sobre alguien o algo.

Será que hay que ocuparse de ambas? No sólo la disposición real y palpable de tu cuerpo en el espacio, sino también tu propia actitud hacia él, procurando que tu “manera de pensar sobre” sea el fruto de estar conociéndolo, saberlo, permaneciendo atento a los detalles de cada rincón en cada habitación, para que todo en ella hable de quién la habita.

La experiencia me confirma que una «buena postura» es el resultado de una conquista, paulatina, amorosa y confiada de uno sobre su propio cuerpo físico. De un espacio que va siendo habitado cada vez con mayor consciencia, y también (y sobre todo) con mayor disfrute.

Cómo sería nuestro “estar en el espacio” si, en lugar de pensar que algo está mal o errado, nos permitiéramos creer que es simplemente un aviso para poner allí más y más presencia, más cuidado y atención?
Quizás nunca hay nada que «arreglar», sólo hay espacios por habitar, ideas por revisar y juicios por desarmar.

Desde adentro hacia afuera, y desde afuera hacia adentro, todo termina hablando de una sola relación: la de uno con uno mismo.


Cómo te sentís vos respecto de tu postura?

Hay algo que tu cuerpo te esté pidiendo en relación a este tema?

Te resuenan estas ideas?


Siempre que buscamos o necesitamos un cambio, puede resultar muy útil tener a mano ideas, herramientas y propuestas que nos ayuden a llevar el foco hacia eso que queremos atender. Es probable que ninguna sea la solución definitiva, pero todas las rutas te revelarán algo sobre el viaje.
Así que me atrevo acá a dejar algunas recomendaciones, si es que sentís que algo en relación a tu postura podría mejorar o precisa de ciertos cuidados.

– Si estás trabajando en la computadora, o pasando muchas horas en la misma posición, proponete setear alarmas para hacer mini recreos: movete, camina, estira y moviliza la columna. También puede servirte cambiar de paisaje por un rato: mirá por la ventana, despejá la vista y aprovecha para tomar aire.

– Busca un momento en la semana para regalarte una pequeña meditación en posición de savasana, sobre el suelo mirando hacia arriba y con brazos y piernas extendidas y relajadas. Respira profundo y hace un chequeo de tu cuerpo y cada parte. Si encontrás alguna zona con mayor tensión, quizás puedas orientar a ese lugar tus mini recreos, o cuidar con un extra de atención si haces actividad física para no seguir cargando.
Cuando lo encuentres, respira profundo hacia ese lugar e imagina que los tejidos se van soltando y oxigenando a medida que inhalas y exhalas. El aire puede ayudarnos a mimar el cuerpo por dentro 🙂

– Una pausa durante el día para respirar consciente y profundamente, puede ser un oasis! y no te lleva más que 3 minutos 😉
En lo posible, hacelo de pie llevando la atención a cada parte del cuerpo, desde los pies hasta la tapa de la cabeza. Visualiza cómo esta estructura se organiza desde abajo hacia arriba, sin tensiones pero completamente conectada, permitiendo que cada espacio esté abierto para llenarse de aire. En una postura relajada y abierta, ninguna porción de tu cuerpo debería sentirse bloqueada, cerrada o en contracción constante.
Este ejercicio es hermoso para realizar con los tacos si bailás! y con algunas variantes más puede ayudarte a ganar confianza sobre tus propios pies 🙂

– Pedí ayuda en forma de masajes o sesión de osteopatía! Se siente súper y las manos de otro brindan un tipo de atención y trabajo sobre el cuerpo que nosotros mismos no podemos darnos.

– Usa algunos de tus recreos para poner música que te guste y bailá! Libremente, así como si nadie te estuviese mirando 🙂 Mové la energía, dejá que se eleven las pulsaciones y que el cuerpo transpire. Es un pequeño detox y shot de oxígeno que vas a agradecer mucho!

– Por último, recordá que una buena postura requiere un sano equilibrio entre fuerza y flexibilidad. Como cualquier estructura potente, el cuerpo necesita desarrollar fuerza y también su capacidad de apertura. Revisá la actividad física que estás realizando y si ambos aspectos se encuentran balanceados.
Un malestar o bloqueo en la disposición orgánica de tu cuerpo puede ser un aviso, tanto de una zona con demasiada tensión (donde los tejidos se acortan y bloquean, traccionando sutilmente a otras partes del cuerpo), como de falta de fortaleza y tono en grupos musculares.
Dedicale tiempo a esta maquinaria maravillosa. Observa por dentro atentamente cada parte y cómo se conecta con la otra. La práctica hace al maestro, y esto también es válido para volverse un observador de uno mismo 🙂
Y no te olvides de disfrutar mucho, mucho, mucho el proceso 🙂

| Tu cuerpo es tu hogar |


Espero estos tips te inspiren a probar, experimentar y crear los propios.
Si probas alguno, o te surgen dudas, contame! Me encantaría leerte 🙂
Dejame tus comentarios debajo…

Un abrazo,
Marina

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